El Maíz Blanco: un grano alimentario tradicional en los países en desarrollo
Monográfico de la FAO dedicado a este cereal tradicional, esencial en zonas en desarrollo
Para quizás más de 400 millones de personas de todo el mundo, principalmente en Africa al sur del Sahara y América Central, el maíz blanco cumple una función esencial en la alimentación. Esta publicación, aunque sus datos no estén demasiado actualizados, se presenta de gran interés para conocer la situación de este producto en el mercado mundial o las zonas características de producción
Introducción
Se estima que la producción mundial de maíz blanco llega a unos 65-70 millones de toneladas, cantidad relativamente pequeña en comparación con la producción anual de alrededor de 500 millones de toneladas de maíz amarillo. Sin embargo, el maíz blanco se cultiva casi exclusivamente para el consumo humano y tiene una enorme trascendencia para la nutrición y la seguridad alimentaria de una serie de países en desarrollo, especialmente en Africa.
El volumen de maíz blanco comercializado en el plano internacional, estimado en un promedio de 1,5-2,0 millones de toneladas anuales, resulta insignificante en comparación con los embarques de maíz amarillo, que promedian unos 60 millones de toneladas en los últimos años, principalmente destinados a alimentar a los animales. Los precios del maíz blanco en el mercado por lo general son ligeramente más altos que los del maíz amarillo, si bien los márgenes de precios pueden variar mucho según la situación general de la oferta y la demanda.
El principal objetivo político de casi todos los países productores de maíz blanco es satisfacer las necesidades nacionales con la producción interna. En la mayoría de los casos, las exportaciones son el resultado de una producción excepcional en años de clima favorable y de existencias internas que superan los niveles considerados necesarios para la seguridad alimentaria. Con el fin de mantener un alto grado de autosuficiencia, muchos países en potencia exportadores aplicaban políticas orientadas a mantener precios mínimos al productor relativamente altos, lo cual socavaba su posición competitiva en el mercado internacional.
Además, el maíz blanco del sur y el este de Africa, que son las principales regiones de producción y consumo, debe recorrer largas distancias desde las zonas productoras a los puertos, lo cual contribuye en muchos casos a que sean elevados los costos de transporte. En consecuencia, cuando se produjeron excedentes sólo pudieron ser exportados sin incurrir en pérdidas en los años de precios elevados. Esta situación ha provocado que varios países sean competitivos únicamente en acuerdos de créditos recíprocos a corto plazo o transacciones triangulares para el envío a países vecinos.
Los esfuerzos recientes por eliminar las restricciones en los sectores nacionales de cereales y por intensificar la liberalización de los mercados pueden tener efectos significativos en la situación futura de la oferta y la demanda de maíz blanco. Se espera que la producción de este cereal en los países en desarrollo crezca según una tasa de 3,3% anual entre 1987-1989 y el 2000, pero esas tasas dependerán de la expansión continua de la producción en Africa al sur del Sahara. En algunos países de la región, donde el crecimiento de la superficie ya no es un componente importante de la expansión de la producción, no está claro si habrá incrementos del rendimiento para sostener estas tasas previstas de crecimiento de la producción relativamente altas.
Se espera que el mercado internacional, básicamente abastecido por el sur de Africa y los Estados Unidos de América, continúe siendo inestable en el futuro. La oferta dependerá de las posibilidades de exportación de unos cuantos productores y la mayoría de los países seguirán importando sólo en los años en que la oferta interna sea inadecuada a causa de las cosechas deficitarias. En la investigación de maíz para los países en desarrollo, el mejoramiento de las variedades e híbridos de grano blanco ha sido mayor que en los países desarrollados, donde casi toda la investigación fitogenética se ha concentrado en el maíz amarillo.
No obstante, en muchos países donde el maíz blanco es importante, ha sido lenta y limitada la adopción del material mejorado. Una de las principales restricciones es el establecimiento de sistemas de semilla que sirvan adecuadamente a los pequeños agricultores. La investigación sobre el manejo de los cultivos que resuelva los problemas de la fertilidad del suelo y la inestabilidad de las precipitaciones también será fundamental para el crecimiento sostenido de la producción de maíz blanco. En particular en Africa al sur del Sahara, se requieren cambios en las políticas y avances institucionales y técnicos si se desea que el maíz blanco continúe satisfaciendo las necesidades alimentarias de una población en rápido crecimiento.