La acumulación de nitratos en las aguas subterráneas y superficiales junto con su excesiva presencia en alimentos hortícolas constituye un problema ambiental y sanitario creciente. Esta acumulación es atribuida a las inadecuadas prácticas agrícolas y ganaderas. Centrándonos en el ámbito agrícola la fuente fundamental de este tipo de contaminación es la aplicación excesiva o inadecuada de fertilizantes nitrogenados minerales u orgánicos. (Ordoñez et al., 1997).
La mayor parte del nitrógeno aportado al suelo, como urea o amonio, se transforma en un plazo de pocos días en nitrato, por la acción de las bacterias Nitrosomonas spp. y Nitrobacter spp. El nitrógeno en forma de nitrato es muy móvil en el suelo debido a su elevada solubilidad y escasa retención por el complejo de cambio iónico, al tener el mismo tipo de carga eléctrica.
En condiciones de elevadas precipitaciones o riego abundante se facilita su movimiento vertical en el perfil del suelo hacia profundidades alejadas de la raíz, donde el nitrato no puede ser absorbido por la planta. Finalmente el nitrato es transportado por el flujo de agua hacia las corrientes subterráneas, siendo este fenómeno conocido como lixiviación. (Embleton y col., 1981; Legaz y Primo-Millo, 1992; Wild, 1992).
Las concentraciones elevadas de nitrato en las aguas superficiales son las causantes de la eutrofización (desarrollo incontrolado de algas superficiales que producen hipoxia en las aguas), mientras que su presencia en aguas subterráneas (empleadas como agua para consumo) constituye un riesgo para la salud, al ser el nitrato una molécula precursora de compuestos tóxicos.La mayor parte del nitrógeno aportado al suelo, como urea o amonio, se transforma en un plazo de pocos días en nitrato, por la acción de las bacterias Nitrosomonas spp. y Nitrobacter spp.
El nitrógeno en forma de nitrato es muy móvil en el suelo debido a su elevada solubilidad y escasa retención por el complejo de cambio iónico, al tener el mismo tipo de carga eléctrica. En condiciones de elevadas precipitaciones o riego abundante se facilita su movimiento vertical en el perfil del suelo hacia profundidades alejadas de la raíz, donde el nitrato no puede ser absorbido por la planta. Finalmente el nitrato es transportado por el flujo de agua hacia las corrientes subterráneas, siendo este fenómeno conocido como lixiviación. (Embleton y col., 1981; Legaz y Primo-Millo, 1992; Wild, 1992).
Las concentraciones elevadas de nitrato en las aguas superficiales son las causantes de la eutrofización (desarrollo incontrolado de algas superficiales que producen hipoxia en las aguas), mientras que su presencia en aguas subterráneas (empleadas como agua para consumo) constituye un riesgo para la salud, al ser el nitrato una molécula precursora de compuestos tóxicos.
Además de la lixiviación existen otros procesos importantes de pérdidas de nitrógeno, siendo el más representativo la desnitrificación. Es este proceso bacteriano (Pseudomonas, Bacillus, Paracocus) el nitrato es transformado en N2O o N2 que finalmente se difunden hacía la atmósfera. El proceso es favorecido por altas concentraciones de nitrato, elevada humedad, bajo contenido de O2 y pH elevado. Estos compuestos gaseosos además de suponer una pérdida de nitrógeno son nocivos para la capa de ozono y favorecen el calentamiento de la atmósfera (Linzmeier et al., 2001). Sin embargo, en las condiciones edafoclimáticas de la península ibérica el proceso más relevante de pérdida de nitrógeno es la lixiviación.