El río Ebro a su paso por Euskadi da cuerpo a algunos de los caldos más celebrados
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La actividad vitivinícola marca y define la impronta de esta comarca situada en la orilla norte del río Ebro, separada del resto de Álava por las sierras de Cantabria y de Toloño. La medieval villa de Laguardia es su cabecera, tan repleta de murallas y patrimonio como de bodegas y cepas hay en sus fétiles campos. La Rioja Alavesa es una de las tres zonas en las que se divide la denominación Rioja
La Rioja Alavesa es una zona mundialmente reconocida por la calidad de su vino, de hecho es una de las tres comarcas que sostienen la inigualable denominación de origen de la Rioja. Una tierra que no sólo es viticultura, así los vestigios que conforman su legado patrimonial nos hablan de un pasado tan convulso como fascinante, aunque existen sobrados motivos para que su simple mención nos haga rememorar la calidez de un buen caldo refrescando nuestro paladar.
Una tierra geográficamente delimitada al sur por el río Ebro, fuente de vida y base de todo lo demás, que separa esta comarca de sus hermanas riojanas. Las sierras de Cantabria y de Toloño conforman una soberbia muralla natural que marcan la frontera norte de la Rioja Alavesa, separándola del resto de Eskadi. Otro accidente geográfico, la Sonsierra, divide a esta comarca en dos partes, dejando a la Labastida al oeste, separada del resto de la comarca . Así, entre el río y las montañas se extienden fértiles tierras dedicadas desde tiempo inmemorial a la noble tarea del cultivo de la vid.
Unos paisajes que se han ido transformando a lo largo de generaciones dedicadas a la actividad vitivinícola, ejemplo evidente de la capacidad transformadora de las actividades antrópicas sobre la propia Naturaleza. Seguro que el paisaje que contemplaron aquellos que erigieron la sepultura prehistórica que se ve en la fotografía no era el mismo mar de viñedos que hoy ocupan toda su cuenca visual.
Sus más de 11.500 hectáreas dedicadas en exclusividad a este monocultivo se extienden a lo largo de quince municipios en los que la agricultura ha marcado de forma indeleble el carácter, no sólo del paisaje. Hablar de la Rioja Alavesa conduce inexorablemente a los placeres del paladar, aunque este don de la naturaleza y del buen hacer no es el único en esta tierra capaz de sublimar nuestros sentidos.
Demos un paseo por los alrededores de la villa de Laguardia, capital de la Rioja Alavesa: