Avances I+D
Obtienen plástico biodegradable a partir de la piel del tomate
Este nuevo sustituto de los derivados del petróleo se degrada hasta un 70% en 90 días, "frente al polietileno de las carcasas de los huevos, que puede tardar en torno a 500 años"
Una investigación desarrollada por el Instituto de Ciencias Materiales de Sevilla, en colaboración con la Universidad de Málaga, ha obtenido un plástico biodegradable a partir de la piel del tomate. Las posibilidades de este nuevo desarrollo son enormes, presentándose como un sustituto ideal para las bolsas de maíz o patata, ya que está hecho con los resíduos derivados de la industria del tomate
Según explican los responsables del estudio, el nuevo plástico biodegradable se obtiene al hornear un compuesto existente en la piel del tomate. Llama la atención el detalle que destacan, porque ¿acaso no es esta piel sino un auténtico envoltorio natural que impide que los frutos del tomate pierdan su agua?
Con este nuevo desarrollo por parte de las universidades públicas andaluzas se obtiene un material que "no dejará ninguna huella de toxicidad a lo largo de su vida". Un producto que saldrá al mercado en los próximos dos años, como adelantan los responsables del proyecto, que actualmente están probando los efectos de diversos aditivos para poder regular así la vida útil de este materal, alargándola o acortándola a conveniencia: "Puede ser importante para productos perecederos, imaginemos que tengamos un envase al cual podamos controlar el tiempo de vida, es decir, que en el momento en el que el envase se deteriora ha pasado el tiempo de caducidad del producto", un valor añadido a este nuevo avance que destaca el investigador y director del proyecto José Jesús Benítez.
Esta alternativa sostenible a los derivados del petróleo también se presenta como opción ante las bolsas biodegradables ya existentes realizadas con fécula de maíz y patata: "Para generar las bolsas de plástico hay que cosechar maíz y patata. En este caso, no se emplearía una materia prima, o no se emplearía algo de lo que la gente se alimenta sino que se emplearía un desecho", destaca Benítez.
Por su parte, la investigadora Inmaculada Vargas destaca que el ciclo de este nuevo producto es totalmente inocuo para el medio ambiente, ya desde su origen: "No hay componentes tóxicos de la degradación", destaca la investigadora.
Sin duda que se trata de una buena noticia, que permite ofrecer alterativas a los recursos limitados y contaminantes a partir de los desechos de la industria agroalimentaria, sin tener que usar alimentos para su fabricación. Empleando terminología propia de los biocombustibles, podríamos decir que nos encontramos ante un nuevo plástico biodegradable "de segunda generación".
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Fuente: http://www.historiasdeluz.es