La agricultura familiar y la incorporación de productores a los mercados son fundamentales para combatir a la pobreza en América Latina y el Caribe
FAO-IICA-CEPAL
En este documento publicado por la FAO, IICA y CEPAL, se sintetizan las conclusiones de cuatro diálogos que tuvieron lugar en el Cono Sur, Centroamérica, el Caribe y México, en los que se debatieron acciones para impulsar la agricultura y reducir la vulnerabilidad de quienes dependen de esta actividad. Los países destacaron la necesidad de aumentar la transparencia y competencia en los mercados
Las respuestas de los países de América Latina y el Caribe para reducir el impacto de las alzas y la volatilidad de los precios internacionales de los alimentos, sobre todo entre la población de menores ingresos, son analizadas en el más reciente boletín conjunto de FAO, IICA y CEPAL.
El documento es producto de cuatro diálogos de alto nivel efectuados en Chile, El Salvador, Trinidad y Tobago y México, que analizaron el fenómeno mundial y sus efectos sobre la región.
"En general la volatilidad de precios ocasiona desincentivo a la inversión en la agricultura por parte de agricultores, inversionistas y la banca. Además, reduce la efectividad para asignar recursos de fuentes públicas y privadas y genera inestabilidad política, que redunda en decisiones que pueden afectar el crecimiento económico de largo plazo", explicó Salomón Salcedo, oficial de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De acuerdo con Víctor M. Villalobos, Director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el apoyo a la agricultura familiar y la vinculación de los pequeños productores a los mercados es fundamental no solo para combatir la pobreza, sino para aumentar la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina y el Caribe. "Para producir más, con menos recursos y en un contexto de cambio climático, se requiere innovar, para lo cual es necesario promover más inversiones y un fortalecimiento institucional", afirmó.
En los diálogos, los países destacaron la necesidad de aumentar la transparencia y competencia en los mercados de alimentos, además de que se debe procurar mejorar el aprovechamiento de la zona de libre comercio de alimentos en la región.
También otorgaron gran relevancia a reducir la vulnerabilidad de los consumidores ante shocks de precios y desarrollar un enfoque regional para la seguridad alimentaria. Para ello se destacó la cooperación regional en programas de protección social, alimentación, bancos de alimentos y redes de protección social.
En materia de financiamiento a la agricultura, en particular a la agricultura familiar, se hace indispensable contar con instituciones que puedan aportar crédito comercial, capital de riesgo y seguro en caso de pérdidas.
Múltiples impactos del alza y volatilidad
En el mundo, el encarecimiento de los alimentos provocó un aumento de 44 millones de personas en condición de extrema pobreza, desde junio de 2010, en los países de bajos y medianos ingresos, según el Banco Mundial.
En el ámbito macroeconómico, la volatilidad de los precios de los alimentos impacta en la inflación, pues los alimentos tienen un gran peso dentro de la canasta básica. También afecta la balanza comercial, sobre todo en países importadores netos de alimentos, el tipo de cambio en el caso especial de los países con alta participación de los alimentos en las exportaciones y el balance fiscal. Entre los consumidores, el aumento de los precios incrementa el número de personas que se encuentran bajo la línea de pobreza y en condiciones de inseguridad alimentaria, y tiene efectos sobre la desnutrición crónica infantil que pueden resultar devastadores en el largo plazo.
Para los productores agropecuarios la subida de los precios de los alimentos puede representar una importante oportunidad de aumentar los márgenes de ganancia. Sin embargo, la mayoría de los productores de América Latina y el Caribe son pequeños, y muchos no podrán aprovechar –sin respaldo técnico e institucional– los mayores precios debido a asimetrías en la transmisión de los precios de insumos y productos.