"La cuestión del agua es indisociable de la Soberanía Alimentaria". Posicionamiento de la Vía Campesina sobre el Agua como bien básico para la Soberanía Alimentaria
La Vía Campesina
"El movimiento por la Soberanía Alimentaria es consciente de que la lucha por el agua se inscribe en el contexto más amplio del proceso actual de privatización de la naturaleza". Así comienza este documento, por el que la Coordinadora Europea Vía Campesina (CEVC) reivindica al agua como recurso básico "indisociable" desde la perspectiva de la Soberanía Alimentaria.
2ª Parte
De la responsabilidad de los diferentes usuario(a)s y usos del agua
Todos los usuario(a)s del agua (incluidos lo(a)s que hacen un uso doméstico -sociedad civil- e industrial) deben asumir sus responsabilidades, para respetar y tener en cuenta en sus acciones la necesidad de preservar el ciclo del agua. El agua que vuelve al ciclo no puede ser de una calidad inferior a la que se obtuvo.
Denunciamos la externalización de los costes sociales y ambientales por los systemas de producion industrial y agroindustrial, tambien a sus consecuencias en la distribución y el tratamiento del agua, a fin de favorecer los modelos más sostenibles y que ahorren más agua.
Los métodos de producción, o las respuestas campesinas a los desafíos de la agricultura
Es necesario adaptar la agricultura a los recursos movilizables, tal y como hemos definido éstos en las prioridades anteriormente enumeradas, en vez de intentar adaptar los recursos hídricos y su uso a las necesidades de una agricultura programada.
El sistema agroindustrial, que reduce significativamente las capacidades de retención y fertilidad del suelo, depende en mayor medida del agua que su contraparte ecológica. Necesita mucha agua, se trata de un modo de producción que favorece la compactación y lixiviación del suelo, así como la contaminación de las capas freáticas y los ríos (plaguicidas, fertilizantes, ganadería industrial...). Asimismo, necesita tipos de cultivo y variedades de semillas estandarizadas, no adaptadas al clima local, al suelo, ni a los recursos hídricos disponibles.
La concentración parcelaria rural inducida por este método de producción (desaparición de setos, acequias, bocages o cercados...) es asimismo responsable de una peor adaptación de los cultivos al ciclo hidrológico local y, en casos extremos, de inundaciones desastrosas que afectan tanto al campo como a la ciudad. Estos sistemas son también sintomáticos del modelo económico al que sirven y del que dependen. Este modelo económico promueve la explotación máxima de los recursos disponibles y la competición de los actores económicos, que conlleva necesariamente un coste social (destrucción del empleo rural) y medioambiental (contaminación, uso intensivo de la tierra). Un ejemplo particularmente claro de ello es el del "agua virtual", que representa la cantidad total de agua necesaria para cualquier tipo de producción. Es un parámetro importante, y a menudo olvidado, que debe tenerse en cuenta en el caso de las exportaciones masivas de alimentos de una región a otra, como es el caso hoy en día a nivel mundial.
Finalmente, es necesario recordar que este modelo agroindustrial, que origina hoy en día numerosas contaminaciones hidrológicas y escaseces de agua en la agricultura, es el que tradicionalmente ha recibido más apoyo del FMI,la Banco Mundial, la OMC, el Consejo Mundial del agua y la PAC. Los métodos de producción agroecológicos defendidos por la Coordinación Europea Via Campesina son la contrapartida del sistema agroindustral que denunciamos. Los suelos están más aireados y retienen mejor el agua, que sirve también para satisfacer las necesidades de animales e insectos, lo que permite a nuestros cultivos crecer sin abonos químicos – sin contaminación agroquímica, por lo tanto. La selección de cultivos autóctonos más aptos para la supervivencia en la región permite una mejor adaptación y utilización de los recursos hídricos disponibles. Los productos son de mejor calidad y contienen menos agua. Estos métodos de producción permiten un consumo de agua netamente inferior.
Con el fin de favorecer estos métodos de producción, es necesario apoyar y favorecer la investigación realisada por grupos de campesinas y campesinos y partenarias entre la busqueda publica y esos grupos, llevada a cabo por y para las campesinas y campesinos, para poder mejorar constantemente la utilización de agua en el marco de un modelo agroecológico de agricultura familiar y campesina.
El agua, la agricultura y los cambios climáticos
Como en lo que respecta al consumo de agua, y por las mismas razones, el modelo agroindustrial contribuye fuertemente al cambio climático al contrario que la agricultura campesina. Ésta y sus técnicas agroecológicas, que economizan agua de forma importante, constituyen por el contrario una baza para la atenuacion de este fenómeno, y la única forma de adaptarse al mismo a largo plazo (mediante la elección de variedades, la fertilidad del suelo, el humus, la diversidad de especies cultivadas y de sistemas agrícolas).
En una perspectiva más general, es necesario no considerar exclusivamente la dimensión de las emisiones de gases de efecto invernadero de presas y centrales hidroeléctricas – algo que se hace a menudo, en una perspectiva de mercantilización del carbono y la naturaleza. En vez de ello, también debemos tener en cuenta sus impactos desastrosos en términos económicos, sociales y medioambientales.
Las políticas agrícolas y políticas del agua en contra de los derechos "de" y "al" agua
La Organización Mundial del Comercio, la Política Agrícola Común, el Banco Mundial, la ambiguidad de la Directiva Marco Europea sobre el Agua, los foros que consagran la mercantilización de lo vivo como el Fórum Mundial del Agua son los principales actores de las políticas que han originado la situación que vivimos hoy en día.
Las políticas del agua ocupan una parte cada vez mayor en los debates políticos a nivel europeo. Nosotros, como ECVC, deseamos encaminar los debates en torno a la cuestión del agua hacia la promoción de un modelo agrícola que salvaguarde el agua de la Unión Europea. En vez de promover la agroindustria, las políticas agrícolas deben fomentar la promoción y protección de los bienes comunes como el agua. De la misma manera, las politicas de tratamiento, la gestión, la distribución de el agua debe estar en constante contacto con - e influenciar - estas políticas agrícolas en todos los niveles.
Finalmente, en lo que respecta a la valor de uso del agua para la agricultura, estamos a favor de la instauración de un derecho de utilización que permita la gratuidad del agua hasta un cierto contingente, tras la superación del cual se crearía un valor de uso modulado y evolutivo en función de criterios sociales, medioambientales, vinculados entre otras cosas al mayor o menor ahorro de agua inherente al método de producción.