Primer borrador oficial de la Comisión: "La PAC en el horizonte de 2020"
Responder a los retos futuros en el ámbito territorial, de los recursos naturales y alimentario
Versión en español de la Comunicación presentada por el Comisario Europeo de Agricultura Dacian Ciolos ante el Parlamento Europeo, el Consejo, el Comité de las Regiones y el Comité Económico y Social. Con este primer borrador oficial se inicia un largo proceso de negociaciones en el seno de la Unión para conseguir una Política Agraria Común capaz de asegurar el futuro de nuestra agricultura
Introducción
La Política Agrícola Común (PAC) se enfrenta a una serie de retos, unos de carácter singular y otros imprevistos, que invitan a la UE a realizar elecciones estratégicas para el futuro a largo plazo de su agricultura y zonas rurales. Para abordar estos retos de forma efectiva, la PAC debe inscribirse en el contexto de políticas económicas sólidas y finanzas públicas sostenibles que contribuyan a la consecución de los objetivos de la Unión.
Para elaborar la presente Comunicación la Comisión abrió un amplio debate público a principios de 2010, que concluyó con una conferencia en julio de 20101. El Consejo debatió la reforma durante cuatro Presidencias sucesivas, el Parlamento Europeo adoptó un informe de propia iniciativa sobre el porvenir de la PAC después de 20132, y sobre su relación con la Estrategia Europa 2020 y, por último, el Comité Económico y Social y el Comité de las Regiones presentaron memorandos sobre esta cuestión.
Una abrumadora mayoría de los puntos de vista expresados durante el debate abogaron por que la PAC futura siguiera siendo una política común fuerte estructurada en dos pilares. De modo general, se recomendó perseguir los siguientes objetivos estratégicos:
- Preservar el potencial de producción alimentaria sostenible en todo el territorio de la UE, a fin de garantizar a los ciudadanos europeos la seguridad alimentaria a largo plazo y de contribuir a satisfacer la demanda de alimentos mundial que, según la FAO, deberá aumentar en un 70 % de aquí a 2050. Los recientes episodios de aumento de la inestabilidad del mercado, a menudo exacerbada por los cambios climáticos, acentúan más aún estas tendencias y presiones. La capacidad de Europa de garantizar la seguridad alimentaria es una importante elección a largo plazo que Europa no puede dar por sentada.
- Apoyar a las comunidades agrícolas que suministran a los ciudadanos europeos productos alimentarios variados, valiosos, de calidad y producidos de manera sostenible, de conformidad con los compromisos adquiridos por la Unión en materia de medio ambiente, calidad del agua, salud y bienestar animal y cuestiones fitosanitarias. La gestión activa de los recursos naturales por la agricultura es clave para preservar el paisaje rural y combatir la pérdida de biodiversidad, a la vez que contribuye a la mitigación del cambio climático y a la adaptación a sus efectos. Sobre esta base reposan el dinamismo de los territorios y la viabilidad económica a largo plazo.
- Mantener comunidades rurales viables, en las que la agricultura es una actividad económica importante creadora de empleo local, ya que produce múltiples beneficios económicos, sociales, medioambientales y territoriales. Una fuerte reducción de la producción local también tendría incidencia en los gases de efecto invernadero y en los espacios naturales locales y limitaría las posibilidades de elección de los consumidores.
La agricultura es parte integrante de la economía y de la sociedad europeas. En términos de efectos indirectos, un recorte significativo de la actividad agrícola europea generaría pérdidas en el PIB y de empleo en sectores económicos asociados, especialmente en la cadena agroalimentaria, tributaria del sector agrícola primario de la UE, que le suministra materias primas de gran calidad, competitivas y seguras, pero también en otros sectores distintos del alimentario. También se verían afectadas las actividades rurales, que abarcan desde el turismo y el transporte hasta los servicios locales y públicos, y probablemente aumentaría el éxodo rural. Por consiguiente, se producirían importantes consecuencias sociales y medioambientales.
La reforma de la PAC debe seguir avanzando para reforzar la competitividad, mejorar la utilización de los recursos fiscales y obtener los beneficios de la política pública efectiva demandada por los ciudadanos europeos en los ámbitos de la seguridad alimentaria, el medio ambiente, el cambio climático y el equilibrio social y territorial, con el fin de instaurar un crecimiento más sostenible, más inteligente y más inclusivo en las zonas rurales de Europa.
Para alcanzar este objetivo, en línea con la Comunicación sobre la revisión del presupuesto de la UE3 y con su orientación al mercado, la futura PAC debería contener un primer pilar más ecológico y distribuido más equitativamente, y un segundo pilar más orientado a la competitividad y la innovación, el cambio climático y el medio ambiente. De esta manera, la agricultura de la UE podría liberar su potencial de productividad, especialmente en los nuevos Estados miembros, y contribuir a la consecución de los objetivos de la estrategia Europa 2020. Si las ayudas se canalizaran exclusivamente hacia los agricultores activos y se remuneraran los servicios colectivos que estos prestan a la sociedad, aumentaría la eficacia y la eficiencia de las ayudas y la PAC ganaría en legitimidad. Garantizar el control de de las medidas adoptadas y continuar el trabajo de simplificación iniciado son otros dos elementos fundamentales para la consecución de estos objetivos. Todo ello debe llevarse a cabo en el límite de los recursos presupuestarios disponibles y teniendo en cuenta los graves efectos de la crisis económica en la agricultura.