La ausencia de lluvia es una amenaza para la campaña agrícola y ganadera en Andalucía
Según se desprende de un informe elaborado por las delegaciones regionales de COAG y UPA
La falta de precipitaciones amenaza la campaña agrícola y ganadera en Andalucía. Así se deduce del informe elaborado por COAG Andalucía y UPA Andalucía, en el que se analiza la situación actual de los distintos sectores y la incidencia que la ausencia de precipitaciones puede tener en cuanto a producción y empleo.
Después de un 2012 que fue el año más lluvioso del siglo XXI, en 2013 la situación es completamente distinta, ya que existe un déficit de precipitaciones de entre un 50 y un 75% en la práctica totalidad de las comarcas andaluzas. No obstante, la situación de los embalses es normal, y la disponibilidad de agua está permitiendo el riego de aquellos cultivos que no han recibido las precipitaciones necesarias durante el otoño. Sin embargo, esta circunstancia se traduce en un incremento de los costes de cultivo. Si la sequía continúa, en esta campaña tendremos que cubrir gran parte de las demandas hídricas de los cultivos con agua de riego, con lo que el consumo energético será mayor, con una factura cercana a los 165 M€, mientras que en un año con las precipitaciones bien distribuidas y abundantes el coste sería de 120 M€. Si persiste la sequía, hablaríamos pues de un sobrecoste de unos 45 M€ sólo por el incremento de consumo energético.
Por sectores, hay algunos especialmente afectados, como el olivar, los cereales, la ganadería o los cítricos.
Olivar
Con la campaña de recolección ya en marcha en toda Andalucía, se constata que la falta de lluvias en el otoño, junto con las heladas que se han producido, ha provocado que la aceituna se arrugue, perdiendo un alto porcentaje de peso. También se ha producido un retraso en la maduración del fruto, por lo que los rendimientos serán menores a los de años anteriores. La merma en la producción tiene una importante repercusión económica en los municipios olivareros, por la reducción de jornales. De cara a la campaña 2014-2015, es de vital importancia que haya precipitaciones a lo largo de los próximos tres meses. De no ser así, el resultado pueden ser unas pérdidas de producción catastróficas.
Cereales
Si las malas perspectivas para esta campaña se cumplen, estaríamos ante el quinto año de adversidades climáticas para los cerealistas. Los gastos de preparación y siembra están prácticamente realizados, ya que en estos momentos está sembrada alrededor del 80% de la superficie, e incluso en algunas zonas ya se ha producido la nascencia. Los productores esperan que la situación cambie, pero no son optimistas. Todo cambiaría si antes de final de año se produjesen las ansiadas lluvias, en cantidad suficiente para permitir un buen enraizamiento de la planta. Pero si no es así peligra gravemente la producción de cereales en Andalucía, algo que tiene además consecuencias indirectas sobre los sectores ganaderos, por la repercusión que puede tener en el precio de las materias primas destinadas a alimentación animal.
Sectores ganaderos
Los sectores ganaderos andaluces, y muy particularmente los extensivos, se enfrentan a su tercer episodio de sequía en una década. La falta de precipitaciones durante los años 2004/2005 y 2011/2012 arrojó pérdidas para la actividad cercanas a los 500 M€ y justificó la adopción de medidas en materia de fiscalidad, financiación, laborales y de seguridad social o de seguros que contribuyeron a paliar, al menos parcialmente, los daños ocasionados.
A diferencia de lo ocurrido en otoño de 2011, cuando las lluvias extratempranas permitieron la nascencia de los pastos (que posteriormente se secaron), en el presente año hidrológico las precipitaciones han sido muy escasas en la mayor parte del territorio, lo que ha provocado una ausencia prácticamente total de alimento en el campo, que se ha complicado con las fuertes heladas que se han producido en numerosas comarcas.
Como consecuencia, se impone la necesidad de suplementar la alimentación del ganado y aparecen problemas relacionados con el manejo en las explotaciones. Todo ello se traduce en un incremento de los costes de producción que castiga a una actividad sometida a una brutal reconversión en los últimos años. Por citar algunos ejemplos, desde 2007 se ha reducido un 34% la cabaña de ovino y un 20% la de vacuno de carne y caprino. Un sector emblemático en nuestro territorio como el porcino ibérico de bellota ha visto reducido el número de animales comercializados en un 65% desde el año 2008.
Aun es pronto para realizar estimaciones de pérdidas, porque aunque la otoñada se considera totalmente perdida, la evolución de las precipitaciones en las próximas semanas determinará el grado de perjuicio para la actividad ganadera en un futuro inmediato. Actualmente se está suplementando a los animales en el campo a base de piensos y forrajes, en diferentes proporciones según el modelo de producción y el tipo de ganado.
A todo ello debemos sumar que la falta de pastos puede tener consecuencias sobre el estado general de los animales. De continuar esta situación, se pueden producir problemas relacionados con las cubriciones, retraso en el desarrollo de las crías, menor resistencia a las enfermedades y otros inconvenientes que pueden llegar a condicionar campañas futuras. En el caso concreto del porcino ibérico, la ingestión de bellota sin suplemento de pastos y otros productos de la dehesa puede ocasionar problemas de engorde, con el consiguiente perjuicio económico.
Esta situación se produce en un momento en el que los costes en las explotaciones se han disparado por el brutal incremento del precio de los piensos, más de un 30% superiores respecto a hace cinco años. Además, en esta campaña los ganaderos de amplias zonas de Andalucía deberán afrontar los costes derivados de la vacunación frente a la lengua azul. Se trata de alrededor de 750.000 animales que deberán ser vacunados sin ningún tipo de apoyo por parte de las administraciones.
Por si todo esto fuera poco, los ganaderos andaluces cuentan con una menor subvención para la contratación del correspondiente seguro, el de sequía en pastos. Ello ha provocado una disminución de la suscripción en nuestro territorio, pasando de las 1.787 pólizas en 2012 (500.655 animales) a las 1.433 durante este año (408.436 animales), un 20% menos.
La apicultura, íntimamente ligada a las floraciones, se ve muy afectada en caso de sequía. El déficit pluviométrico en el presente año agrícola ha ocasionado la falta de las floraciones de otoño y por consiguiente ha dificultado el aporte de néctar y polen necesario para que las colonias se preparen correctamente para la invernada. Este desequilibrio provoca debilidad y mayor sensibilidad a las enfermedades, lo que trae consigo la necesidad de revisar y sobrealimentar las colmenas y aumenta las necesidades de reposición del censo, todo lo cual supone un incremento de costes por compra de alimento y desplazamiento a los colmenares.
Cítricos
La ausencia de precipitaciones está incrementando los costes de cultivo, ya que las elevadas temperaturas registradas durante los meses de octubre y noviembre han hecho necesario incrementar el aporte hídrico. A pesar de contar con agua de riego, la ausencia de lluvias ha producido una ligera reducción de los calibres de la fruta, que está afectando a su comercialización.
Contexto
La coyuntura de sequía se produce en un momento en que la renta agraria en Andalucía está en los mismos niveles de 2003 y en el que no han dejado de aumentar los consumos intermedios: fertilizantes, gasóleo agrícola, piensos y factura eléctrica. Al mismo tiempo, el sector debe hacer frente a los costes derivados de las inversiones realizadas en la modernización de las explotaciones, especialmente en las superficies de regadío.Contexto
Si a ello le sumamos los bajos precios (que no compensan los costes) y los rendimientos irregulares en las últimas campañas, concluimos que las inclemencias meteorológicas vienen a agravar una situación complicada de los principales sectores productores andaluces en las últimas campañas. En este contexto, el seguro agrario sigue siendo la única herramienta que permite garantizar la renta frente a las catástrofes climatológicas.
No podemos olvidar que la actividad agrícola y ganadera es la base de la economía de más de 750 municipios en Andalucía, donde viven más de 4,5 millones de habitantes, el 57% de la población, porcentaje muy superior al de otras regiones europeas. Además de ser un foco de dinamismo económico, es una actividad que aporta bienes sociales, como la vertebración del territorio y la conservación del medio rural.