FAO, FIDA y PMA piden actuar "con rapidez y de forma coordinada" sobre los precios de los alimentos
Comunicado conjunto de la FAO, el FIDA y el PMA en el que piden "hacer frente a las causas profundas del alza de los precios alimentarios y del hambre"
Declaración conjunta sobre los precios internacionales de los alimentos por parte de los tres organismos de la ONU con sede en Roma: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Piden actuar "con rapidez y de forma coordinada".
Parte I
Primera Parte
La situación actual en los mercados mundiales de los alimentos, caracterizada por un fuerte aumento en los precios del maíz, el trigo y la soja, ha hecho aumentar el temor de una repetición de la crisis alimentaria mundial de 2007-2008. Pero una actuación internacional rápida y coordinada puede evitar que eso suceda. Necesitamos actuar con urgencia para asegurarnos de que estos vaivenes de precios no degeneren en una catástrofe que golpee a decenas de millones de personas en los próximos meses.
Existen dos problemas interconectados que deben ser abordados: la cuestión inmediata de los precios elevados de algunos alimentos, que puede afectar en gran medida a los países que dependen de las importaciones alimentarias y a las personas más pobres, y el problema a largo plazo de cómo producir, comerciar y consumir alimentos en una época de crecimiento demográfico y de la demanda y cambio climático.
Para responder a estos desafíos estamos mejor preparados hoy que hace cinco años. Hemos desarrollado nuevas políticas y nuevos instrumentos, como el Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial y el Sistema de Información del Mercado Agrícola del G-20 (AMIS, por sus siglas en inglés) , que mejora la transparencia en los mercados mundiales. También tenemos el Foro de respuesta rápida de AMIS, creado para facilitar las respuestas políticas coordinadas de los principales productores y comerciantes mundiales de cereales y soja en caso de turbulencias en los mercados.
Hemos aprendido que no todos se ven afectados de la misma manera: los pobres urbanos y rurales y los países que dependen de las importaciones de alimentos son más vulnerables a los aumentos de los precios internacionales de los productos básicos, cuando estos se transmiten a los mercados locales, ya que gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos. También hemos aprendido que podemos conseguir que los pequeños campesinos, muchos de los cuales también son pobres y en situación de inseguridad alimentaria, se beneficien del alza de los precios de los alimentos y se conviertan en parte de la solución mediante la reducción de los picos de precios y la mejora de la seguridad alimentaria global. Así, hemos adoptado un enfoque de doble componente que apoya inversiones a largo plazo en la agricultura -en particular la agricultura en pequeña escala-, al tiempo que garantiza que las redes de seguridad están en su lugar para ayudar a los consumidores y productores de alimentos pobres a evitar el hambre, la pérdida de activos y la trampa de la pobreza a corto plazo.
Muchos países cuentan con sistemas de protección social, incluyendo redes de seguridad -tales como la asistencia a los pequeños agricultores, el apoyo nutricional a madres y niños, y las comidas escolares- para asegurar que sus ciudadanos con menos recursos tienen suficiente para comer, y sin embargo, éstos sistemas deben ampliarse de forma significativa en los países más pobres. Redes de seguridad que sean asequibles, predecibles y transparentes son una necesidad imperiosa si queremos protección contra los vaivenes de precios y las crisis recurrentes. Los pequeños productores de alimentos deben estar también mejor equipados para aumentar su productividad, ampliar su acceso a los mercados y reducir su exposición al riesgo. Y, por supuesto, la gente necesita empleos e ingresos dignos para que puedan adquirir los alimentos que necesitan y salir de la pobreza.
En respuesta al alza de los precios alimentarios, las cosas que debemos evitar hacer son tan importantes como las que debemos hacer. En particular, los países deben evitar las compras motivadas por el pánico y abstenerse de imponer restricciones a la exportación que, si bien ayudan temporalmente a algunos consumidores a nivel doméstico, son en general ineficaces y hacen la vida más difícil a los demás.
Por encima de todo, debemos entender sin embargo que los altos precios de los alimentos son un síntoma y no la enfermedad. Así, mientras que la comunidad internacional debe tomar medidas con antelación para evitar las subidas excesivas de precios, debe también actuar sobre las causas profundas detrás de tales aumentos repentinos.