El futuro de la Política Agraria Común
Un repaso por la historia de la Política Agrícola europea desde sus orígenes hasta la próxima reforma 2014-2020
La agricultura ha estado siempre en el centro de las políticas de la UE desde el inicio del proyecto europeo. A menudo objeto de debate y de numerosos cambios, este artículo repasa la evolución que ha experimentado la Política Agraria Común (PAC) a lo largo de su historia.
La última revisión de la PAC se produjo en 2003. Sin embargo, con la adhesión de doce nuevos Estados miembros entre 2004 y 2007, todo apuntaba a que, a pesar de las medidas transitorias acordadas con dichos Estados, la política agrícola tendría que ser modificada de nuevo para adaptarse a los nuevos desafíos.
¿Cómo se pueden repartir los fondos agrícolas de una forma más equitativa entre los antiguos y los nuevos Estados miembros? ¿De qué forma puede contribuir una industria agrícola más ecológica a cumplir con los objetivos climáticos de la Unión Europea? ¿Puede la innovación jugar un papel relevante en la agricultura? Y de ser así, ¿cómo puede la Unión contribuir a que así sea? Éstas y otras cuestiones integrarán el debate que Estados miembros, Comisión y Parlamento Europeo mantendrán para perfilar futuros cambios.
La situación tras la guerra
Tras la escasez de alimentos que hubo durante la Segunda Guerra Mundial, la agricultura fue una de las primeras políticas que se incluyeron en el Tratado de Roma en 1957. Se convirtió así en uno de los pilares más sólidos sobre el que la Unión Europea acabaría asentándose.
En un intento por evitar que la situación de escasez se repitiera en el futuro, los Estados miembros acordaron una serie de principios: unidad de mercado, preferencia comunitaria, solidaridad financiera y estabilidad económica para los agricultores. Esto, junto con el establecimiento de unos precios mínimos para determinados productos, supuso un considerable impulso para la agricultura de la UE en años que siguieron.
La PAC en la década de los 60 y los 70
Tras un período de bonanza, con la escasez de alimentos ya olvidada, precios reducidos para el consumidor y remuneraciones justas para los agricultores, otra cara de la PAC irrumpió en el panorama. Tuvo lugar una sobreproducción de productos como la leche y la mantequilla, y los costes eran cada vez más elevados. La nueva política, desarrollada en el Plan Manshot, condujo a la desaparición de la figura del pequeño agricultor y a la consolidación de un modelo más efectivo.
La sobreproducción de 1980
La necesidad de racionalizar el gasto público, de evitar la sobreproducción y de contar con una PAC más ecológica, hizo que la agricultura europea ocupara un lugar central en las reformas de la UE. En 1984 se fijó una cuota de producción de leche para paliar la ineficacia del mercado y en 1988 se asignó un límite para los fondos agrarios.
1992 - 2008
En 1992, las reformas MacSharry hicieron que los agricultores prestaran más atención a las demandas del mercado que a las políticas de subvención. Además, la introducción de ayudas directas a la renta aseguró un nivel razonable de ingresos. La reforma también contribuyó a rebajar el precio final de los productos, beneficiando al consumidor, y aseguró la competitividad del sector agrícola europeo en el mercado global.
En 1999, la Agenda 2000 acarreó enormes cambios en la PAC, con el "desarrollo del espacio rural" como uno de los objetivos clave. En 2003, la reforma conocida como "Chequeo", supuso un cambio fundamental al vincular las subvenciones, con el cumplimiento de ciertos estándares de seguridad alimentaria, medio ambiental y de bienestar animal.
La próxima reforma
Después de haber puesto en marcha un proceso de debate público y consultas, con más de 6.000 sugerencias provenientes de ciudadanos y demás partes interesadas, la Comisión presentará una nueva propuesta legislativa en 2011. La reforma, que probablemente estará lista en 2013, buscará una PAC más ecológica, con una distribución más equitativa para los agricultores de la Unión Europea. Debería ser un texto menos complejo que al mismo tiempo dote al sector agrícola de mayor competitividad en el trato con terceros países (con Mercosur o Marruecos, por ejemplo). Todo ello iría en sintonía con la línea marcada por la estrategia Europa 2020 a la hora de estimular un crecimiento inteligente, sostenible y global.