Boletín Agrario Agricultura, Medio Ambiente y Mundo Rural

ASAJA atribuye a las políticas de Bruselas el rebrote de la mortandad en los peces de la Albuferera

La UE mantiene la prohibición de quemar de la paja de los arrozales, como se ha hecho desde siempre

AVA-ASAJA

Los primeros peces muertos empiezan a aparecer flotando estos días en las aguas del lago natural de la Albufera Valenciana como consecuencia de los gases generados por la putrefacción de la paja de los arrozales que las autoridades comunitarias impiden quemar, tal como se venía haciendo tradicionalmente.

Arrozales en la Albufera Valenciana

"Nos enfrentamos otra vez al riesgo cierto de sufrir un nuevo desastre medioambiental en la Albufera por la inconsciencia de Bruselas, por su cerrazón ante un problema que se repite una campaña tras otra sin que haya sido capaz de arbitrar una solución satisfactoria y estable", denuncia el presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), Cristóbal Aguado.

Las tasas de mortandad de los peces en la Albufera pueden incrementarse de forma sensible en los próximos días. Todo dependerá de la evolución del clima, ya que si suben las temperaturas el proceso de putrefacción de la paja se intensificará y con él sus nocivas consecuencias sobre la fauna y la flora. "Lo que no es de recibo, lo que no se puede consentir –subraya Cristóbal Aguado- es que tengamos que estar a expensas de si llueve o hace calor para conocer cada año las dimensiones que alcanza este problema".

El presidente de AVA-ASAJA recuerda que hace unos meses la Conselleria de Agricultura presentó ante la Unión Europea (UE) un informe de carácter técnico en el que solicitaba la autorización de la quema de la paja del arroz con el objeto "de evitar la aparición de un desastre anunciado".

Sin embargo, Bruselas desoyó la petición de la Generalitat y "las consecuencias de su intransigencia empiezan a materializarse en forma de peces muertos". Por ello, Aguado reclama a las autoridades comunitarias "mayor amplitud de miras y criterios más flexibles a la hora de abordar esta situación. Los burócratas de Bruselas tienen que salir de sus despachos y beber de las fuentes. Europa es muy grande y no pueden aplicar los mismos principios ni en todos los cereales ni en todos los arrozales porque eso, sencillamente, no sirve. Cada zona tiene sus propias especificidades y particularidades y los legisladores deben tenerlas en cuenta para no abocarnos, de forma sistemática y como sucede en este caso, al desastre".