Alemania reabre la mayoría de las explotaciones afectadas por la contaminación con dioxinas
Aún siguen clausuradas 1.700 de las 4.700 granjas aviares y porcinas investigadas inicialmente
El Ministerio de Agricultura del estado federal de la Baja Sajonia ha anunciado la reapertura de 3.000 de las 4.700 explotaciones aviares y porcinas clausuradas preventivamente, tras la confirmación en ese país de un importante brote de contaminación con dioxinas. Alemania califica de "infundada e inaceptable" la decisión adoptada por Eslovenia de vetar la importación de sus huevos y carne.
La mayoría de las explotaciones ganaderas afectadas por este importante brote de contaminación con dioxinas se encuentran en el estado de la Baja Sajonia. Su Ministerio de Agricultura (lo que para nosotros sería una Consejería) ha anunciado la reapertura de 3.000 de las 4.700 granjas avícolas y porcinas intervenidas durante la pasada semana.
Además, desde el Ministerio Federal de Alimentación, Agricultura y Protección al Consumidor insisten en la ausencia de riesgo para los consumidores. "Queremos dejar claro que en ningún momento ha habido ningún riesgo para la salud procedente de las exportaciones alemanas", afirmaba ayer un portavoz del Ministerio dirigido por Ilse Aigner. Este vocero también destacaba la "estrecha sintonía" entre la administración germana y las instituciones europeas en relación a este asunto, asegurando que la UE avala la eficacia de las medidas de seguridad de este país. Unas declaraciones similares a lo expresado este pasado viernes por parte de la Unión Europea, a través del Comisario de Salud y Protección al Consumidor. John Dalli afirmaba que, tanto el sistema de alerta comunitaria como los mecanismos de trazabilidad han demostrado en este caso "su eficacia".
Por otra parte, desde el ejecutivo alemán han lanzado duras críticas a la decisión adoptada por varios países de suspender las importaciones de carne y huevos procedentes de Alemania, una medida que califican de "infundada e inaceptable". Unas acusaciones especialmente dirigidas a la vecina Eslovenia, único país miembro de la Unión que ha optado por tomar esta drástica decisión.
Ilse Aigner se ha mostrado contundente en este asunto, calificándolo como "una acción criminal" sobre cuyos responsables deberá caer todo el peso de la ley. "Es un duro golpe para nuestra granjas. Se han visto inocentemente arrastradas a esta situación por la maquinación de unas pocas personas", afirma la Ministra en una entrevista concedida al diario Bild am Sonntag y que aparecía publicada este sábado.
Nos encontraríamos por tanto ante un conjunto de declaraciones que dibujan un "escenario feliz": un brote provocado por unos pocos "desalmados" que, gracias a la enorme eficacia de las administraciones implicadas, ha podido ser controlado. No es necesario salir de la propia Alemania para encontrar opiniones que ponen muy en tela de juicio este discurso oficial, tan difícil de sostener si atendemos a los hechos y no a las palabras.
Gerd Sonnleitner, presidente de la Federación Alemana de Agricultores y Ganaderos, ha cifrado entre 40 y 60 millones de euros las pédidas provocadas por el cierre de las explotaciones, sólo en una semana, exigiendo además que sean los propios fabricantes de piensos quienes se hagan cargo de indemnizar a los ganaderos afectados.
Pero las críticas más recias provienen de la organización de consumidores Foodwatch, especialmente a través de su principal representante, Thilo Bode, quien acusa directamente al Gobierno alemán de anteponer los intereses de la industria alimentaria a la propia seguridad de los consumidores y culpando al ejecutivo de Angela Merkel de haber cometido graves errores en la gestión de esta crisis. "Es una barbaridad decir que no es tan grave", afirma Bode, autor del libro Los falsificadores de comida . Aunque lo peor es su afirmacióin de que lo que conocemos es solamente "la punta del iceberg", haciendo referencia a un fraude mucho más generalizado y arraigado.
Bailes de cifras
Si inicialmente se hablaba de una pequeña partida de algo más de media tonelada de piensos contaminados con dioxinas, provenientes de una sola fábrica, más tarde pudimos saber que la cifra ascendía a más de 3.000 toneladas y que las fábricas implicadas eran nada menos que 26. Pese a todo, estos datos aún se encontraban muy lejos de la verdadera dimensión del asunto. El pasado viernes esta cifra se disparaba por encima de las 150.000 toneladas de piensos contaminados por el uso de grasas no aptas para el consumo animal ni humano.
Por otra parte, en un principio se habló de algunos casos detectados durante la última semana del pasado año, aunque pronto pudimos saber que las primeras alertas se produjeron el 28 de noviembre. El mismo Día de Reyes, desde el Ministerio regional de Schleswig Holstein informaban que, ya en el mes de marzo, se pudieron detectar altos índices de dioxinas en el pienso fabricado por Harles & Jentsch, la empresa sobre la que inicialmente recayeron todas las responsabilidades. Por otra parte, desde este ministerio informan de que alguna de las muestras de pienso analizadas multiplica por 77 la cantidad de dioxinas máximas permitidas.