Boletín Agrario Agricultura, Medio Ambiente y Mundo Rural

Fertilización nitrogenada de los cereales de invierno: trigo y cebada

Texto perteneciente al capítulo 16 de la «Guía práctica de la fertilización racional de los cultivos en España», dedicado a los cereales de invierno

Luis López Bellido / MARM

El nitrógeno es el principal elemento mineral y el de mayor influencia en el rendimiento de los cereales. En conjunción con fósforo y potasio, estos tres minerales representan la base fundamental de la nutrición del trigo y la cebada, aunque los cereales también necesitan otros elementos, como calcio, manganeso y, especialmente, azufre.

El nitrógeno es el principal elemento mineral y el de mayor influencia en el rendimiento de los cereales. Sin embargo, cada uno de los tres elementos principales (nitrógeno, fósforo y potasio) no produce su pleno efecto si no están presentes cantidades suficientes de los otros dos (sin olvidar a los micronutrientes secundarios). La interacción entre el nitrógeno y el potasio es probablemente la más importante. Dosis elevadas de nitrógeno en ausencia de una nutrición potásica suficiente hace a los cereales sensibles a las enfermedades y accidentes, en especial al encamado, y limita los rendimientos, disminuyendo la calidad y el peso específico. Gracias al potasio la productividad del nitrógeno puede aumentar en más de un 50%.

Espiga de trigo

La fertilización nitrogenada debe corregir y completar en el tiempo la liberación de nitrógeno a partir de la materia orgánica. Por ello, el establecimiento de la dosis de fertilizante y la fecha de aplicación constituyen un problema importante, y a la vez complejo y aleatorio, que cada año se plantea de forma distinta al agricultor.

Para tomar tal decisión deben aunarse un conjunto de conocimientos (necesidades del cultivo, reservas del suelo, clima y residuos del cultivo anterior), de observaciones (estado del medio y del cultivo) y estimaciones aproximadas (meteorología futura y potencial de rendimiento del cultivo).

La diferencia entre la absorción de nitrógeno por la cosecha y las disponibilidades del suelo determinan teóricamente el fertilizante a aplicar. Sin embargo, será necesario introducir un índice corrector, referido a la eficacia real de la fertilización. Este índice de eficacia se considera que en condiciones de campo varía del 40 al 80%, aunque cuando existe déficit hídrico o la fertilización se realiza en la siembra, la eficiencia del N puede ser inferior.

Como ya ha sido visto en capítulos anteriores*, los métodos clásicos para determinar las necesidades de N fertilizante son el del balance y el del N mineral (Nmin). El método basado en la concentración de clorofila en la hoja es más reciente y se utiliza para controlar el nivel de N de la planta en el campo, y determinar el momento adecuado de aplicación de las coberteras de N. Utilizando esta herramienta puede sincronizarse la aplicación de N fertilizante con la demanda del cultivo. Los medidores de clorofila están siendo utilizados con éxito en diferentes cultivos herbáceos y leñosos, entre ellos los cereales.

A la vista de la complejidad y variabilidad de los factores que intervienen en el método de balance para establecer la fertilización nitrogenada, es difícil precisar el nivel óptimo de abonado si no se llevan a cabo estudios y determinaciones analíticas que permitan conocer con exactitud, para cada zona, las cifras concretas de cada partida del balance. Cuando éstas no se conocen, como es frecuente en muchas áreas y en concreto en las condiciones mediterráneas, deben utilizarse métodos más simples, y a veces empíricos, deducidos de la experiencia local, para establecer la dosis de fertilización nitrogenada. Una simplificación empírica, cuya validez es confirmada por la experiencia, es estimar las necesidades de nitrógeno en función del objetivo de producción, estableciéndose que las aportaciones suministradas por el suelo se equilibran con el coeficiente de utilización del fertilizante, con la lixiviación invernal y con el bloqueo del nitrógeno mineral derivado del enterrado de los residuos de la cosecha anterior.  

(*) en la Guía Práctica de la Fertilización Racional de los Cultivos en España

Luis López Bellido

Doctor Ingeniero Agrónomo. Catedrático de Producción Vegetal. ETSIA. Universidad de Córdoba

Cereales

Requerimientos nutricionales del maíz

Texto perteneciente al capítulo 17 de la «Guía práctica de la fertilización racional de los cultivos en España», dedicado al maíz (cereales de primavera)

Descripción de las necesidades nutricionales del maíz que, aunque similares a las de otros cereales como trigo y cebada, debido a sus niveles de producción suelen ser mucho más elevadas. Se describen el ritmo y la forma de extracción de los nutrientes por parte de Zea mays, centrándose especialmente en los nutrientes principales (nitrógeno, fósforo y potasio).

Requerimientos nutricionales del maíz

Exigencias de suelo y clima para el cultivo del maíz

Texto perteneciente al capítulo 17 de la «Guía práctica de la fertilización racional de los cultivos en España», dedicado al maíz (cereales de primavera)

En el siguiente texto se describen los requerimientos de «fertilidad física» para el cultivo del maíz (Zea mays). Se centra en las principales características físicas del suelo, como son su capacidad de retención de aguas, su aireación y temperatura, incidiendo en la importancia de mantener estos valores a sus niveles correctos.

Exigencias de suelo y clima para el cultivo del maíz

Fertilización fosfopotásica de los cereales de invierno: trigo y cebada

Texto perteneciente al capítulo 16 de la «Guía práctica de la fertilización racional de los cultivos en España», dedicado a los cereales de invierno

El nitrógeno es el principal elemento mineral y el de mayor influencia en el rendimiento de los cereales. Sin embargo, es necesario que también estén presentes en su dosis adecuada los otros dos minerales más necesarios en la fertilización de los cereales: fósforo y potasio. Dosis elevadas de nitrógeno con carencias de potasio debilita a las plantas frente a enfermedades y baja su rendimiento

Fertilización fosfopotásica de los cereales de invierno: trigo y cebada
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