Piratas y pateras: Un nuevo libro analiza el negocio del acaparamiento de tierras en África
"Este libro quiere ser una guía que ayude a entender los conceptos básicos de esta nueva vuelta de tuerca", destaca el autor en referencia al antagonismo "acaparamiento responsable"
Vicent Boix, investigador especializado en comercio y soberanía alimentaria, acaba de publicar su segundo libro, disponible ya en librerías bajo el sugerente nombre de "Piratas y pateras. El acaparamiento de tierras en África.". Como indica su subtítulo, la obra se centra en las llamadas "inversiones agrícolas responsables" en África, o de cómo los mercados buscan valor seguro en tierras ajenas
El segundo libro de Vicent Boix , "Piratas y pateras. El acaparamiento de tierras en África", aborda en forma de denuncia las inversiones de capital internacional en el gran negocio de la tierra para uso agrícola. Un acaparamiento de tierras que es aplaudido y potenciado por organismos internacionales como el Banco Mundial, incluso por la propia FAO, presentándolo bajo el ambiguo concepto de "acaparamiento responsable de tierras", como si ambas cosas fueran compatibles.
El libro de Boix, publicado por la editorial Icaria, ha sido financiado por la Cátedra "Tierra Ciudadana - Fondation Charles Léopold Mayer" de la Universitat Politècnica de València, de la que el autor es investigador asociado. Con esta obra se pretende aportar algo de claridad al gran negocio de las inversiones agrícolas, proporcionando datos y cifras recientes sobre los últimos movimientos financieros en este gran mercado. Porqué el libro se centra específicamente en África se justifica si atendemos al dato que destaca el propio autor: Ciertos estudios cifran en 67 millones el número de hectáreas que están o serán acaparadas en un futuro inmediato en el continente africano. Es decir, en una región en la que un tercio de su población vive bajo una grave situación de inseguridad alimentaria, siendo además la actividad agraria el sustento básico para nada menos que el 70% de ellos, se pretende poner en manos de grupos inversores internacionales una superficie equivalente a Francia y Alemania juntas.
Unas inversiones que normalmente se dan bajo la fórmula de ventajosos contratos de arrendamiento, que pueden llegar a ser por períodos de todo un siglo y que, es necesario recordar, están orientadas a nutrir de alimentos a los mercados internacionales, o en su defecto éstas son producciones perfectamente orientadas al consumo interno de los países de procedencia del capital, especialmente ciertos estados de Oriente Medio y "gigantes emergentes" como China o India. En muy escasas y contadas ocasiones estos alimentos producidos de forma tan "responsable" se destinarán a reforzar el mercado interno de los países invadidos, perdón, invertidos.
El precio al cual se arrienda la tierra es ridículo, porque en naciones como Mozambique, Tanzania o Zambia se ha tasado la hectárea a un precio menor a un dólar por año.
Conociendo el historial del Banco Mundial y del FMI, cuyo fin no es otro que alcanzar un escenario global de libre comercio mundial, eso sí, siempre que sea favorable, no es de extrañar que tales organismos financieros vean con buenos ojos estas inversiones. Más difícil de entender es la posición de nada menos que la FAO, la institución encargada de velar por la seguridad alimentaria mundial. Un apoyo a tales inversiones que ofrecen bajo una imagen de "buenismo" tan positiva como difícil de contrastar en la práctica: Si se hacen de forma responsable, defiende la FAO, estas inversiones agrícolas redundarán inexorablemente en beneficio directo de las poblaciones autóctonas con la creación de puestos de trabajo e infrestructuras, y produciéndose además un interesante trasvase de tecnologías e innovaciones. Unas premisas solidarias que, como apunta el propio autor del libro, se devanecen a medida que pasa el tiempo:
"Decenas de miles de personas han sido desalojadas de sus tierras, algunas de ellas violentamente. Se están generando menos puestos de trabajo de los previstos y muchos son precarios, por eso ya se han registrado las primeras huelgas de trabajadores agrícolas. Además, con el fin de garantizar los recursos hídricos a los inversionistas, se están alterando cauces de canales, ríos, etc. afectando así a muchos poblados locales que ya no tienen agua para sus cultivos de subsistencia, a la vez que se generan impactos ambientales considerables en determinados ecosistemas. También se han documentado juicios políticos contra campesinos que se resistían a abandonar sus tierras y sus modos de vida."
El libro Piratas y Pateras denuncia abiertamente la relación existente entre el acaparamiento de tierras en manos de inversores extranjeros y las dos últimas grandes crisis alimentarias, que afectan a millones de personas en el Cuerno de África y el Sahel. "En la mayoría de naciones flageladas por estas hambrunas se han detectado millones de hectáreas acaparadas", denuncia Boix. El autor subraya la "opacidad reinante" en la mayoría de negociaciones entre grupos inversores y los estados africanos, documentando casos en los que incluso están implicados los conocidos como "señores de la guerra" y otros grupos armados.
Especulación financiera, turbias relaciones con elementos ultraviolentos, expulsiones forzadas, vulneración de derechos básicos y fundamentales de comunidades enteras, expolio y agotamiento de sus recursos naturales, eliminación de los tejidos económicos locales... En su libro, Vicent Boix consigue reportar datos procedentes de hasta 35 países africanos, ofreciendo así una visión global de este "fenómeno", que además presenta de forma contextualizada. Porque estas inversiones agrícolas se producen en un ecosistema totalmente dominado por unas pocas multinacionales que, como él mismo destaca, "controlan ya casi todos los eslabones de la cadena agroalimentaria: semillas, agroquímicos, transformación, distribución, venta, inversión en mercados de futuros, etc.". Así la posesión de la tierra, eslabón básico de la cadena agroalimentaria, ha pasado a ser el último bastión a conquistar por parte de estos agentes predadores: "Muchos inversionistas buscan garantizarse su ración de beneficios dentro de este apetitoso mercado. El actual incremento de precios de las materias primas agrícolas, debido al incremento de la inversión financiera en los mercados de futuros, es otro factor que estimula el interés por la tierra y la producción agraria".
Una realidad la que denuncia el libro de Boix que no sólo afecta a las poblaciones locales de los países africanos. Porque esta increíble maquinaria, tanto o más financiera que económica, tiene cada vez un mayor impacto sobre la forma de vida de otras poblaciones locales, valgan como ejemplo los propios agricultores y ganaderos españoles. Vicent Boix destaca el caso del nuevo Acuerdo de Liberalización Comercial para determinados productos agroalimentarios entre la Unión Europea y Marruecos, recientemente entrado en vigor y que ha sido profusamente recogido en las páginas de Boletín Agrario. Un acuerdo que en teoría no tendría repercusión sobre nuestro mercado interior... y vaya si la ha acabado teniendo. Un nuevo escenario comercial que atenta directamente contra los intereses de los productores europeos y que, como denuncia Vicent Boix en su libro, fomenta además el acaparamiento de tierras en el continente africano a manos de inversores extranjeros ( leer artículo La otra cara del Acuerdo agrícola UE-Marruecos).
Como vemos se trata de un asunto con amplias vertientes y repercusiones, como no puede ser de otra forma en un escenario tan globalizado e interdependiente como el actual. Que el batir de las alas de una mariposa en Bangkok sea capaz de derribar un puesto de perritos calientes en Lincoln, Nebraska, es algo que me sigue siendo difícil de asimilar, por muy grandes y hermosas que sean las mariposas de Tailandia y por muy caóticos que sean los tiempos que nos ha tocado vivir. Pero no se asusten, que el libro de Boix no trata sobre teorías de sistemas dinámicos, aunque sí que nos puede ayudar a conocer los efectos reales de la aplicación de ciertos modelos que pretenden prever el futuro basándose en los mismos y bueno, que si hay que alterar el presente a conveniencia pues vamos y lo hacemos. De lo que también nos habla Boix es de cómo, pongamos un ejemplo, una decisión adoptada frente a una pantalla de ordenador en la City de Londres puede determinar el futuro de todo un pueblo en Tanzania, complicándole de paso la vida a los productores agrícolas de una determinada comarca granadina. Globalización de riesgos y concentración de beneficios, podríamos decir.
Respecto al impacto directo del nuevo escenario agroeconómico mundial sobre las producciones locales españolas y europeas, Vicent Boix apunta al megaproyecto del corredor de Algeciras, con el que se pretende establecer una red viaria que conecte su importantísimo puerto marítimo (considerado como "La Puerta de Occidente") con las principales zonas francas de Europa. Un proyecto que el autor, al igual que otros muchos, interpreta como respuesta a una necesidad de carácter logístico para facilitar las importaciones de productos de terceros países a los mercados europeos:
"Con las tierras acaparadas y las barreras comerciales derribadas, solo queda por resolver el apartado logístico, y para ello, las autoridades europeas y españolas analizan dos posibles corredores (el central y el mediterráneo). Es curioso porque existe un debate para ver cuál de los dos es el más apropiado, pero en ambos casos el punto de partida es el puerto de Algeciras, situado a escasos kilómetros de África. A pesar de las benevolencias que se han dicho sobre estos corredores, no hay duda de que esta infraestructura permitirá el transporte y el comercio de productos agrícolas provenientes de África. Tampoco hay duda que con estas medidas comerciales y con estas obras serán los pequeños agricultores europeos y africanos los que salgan perdiendo… ¿Quién se beneficia? Los de siempre.".
¿Quién sale perjudicado? Pues todos los demás, a la larga consumidores "lonchafinistas" incluidos, modestamente añado.
Para abrir boca este fin de semana publicaremos el primer capítulo del libro, cortesía de Vicent Boix. Sólo espero que entre tanto no vaya una frágil patera a llorar más claveles negros al mar.
Alonso Aguilar
Director de Boletín Agrario