Boletín Agrario Agricultura, Medio Ambiente y Mundo Rural

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ASAJA, COAG, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias reclaman que se tenga en cuenta el potencial que el desarrollo económico del aprovechamiento de la biomasa, y de las renovables en general, tendría en un sector agrario necesitado de alternativas.

La biomasa corre serio peligro de desaparecer del panorama energético de los próximos diez años, al no ser considerada en la Planificación Energética Nacional como uno de los pilares energéticos renovables. Este hecho puede tener graves consecuencias para los agricultores y ganaderos españoles, que ven en esta fuente de energía una clara alternativa a la crítica situación por la que atraviesa el campo español.

La biomasa es la energía renovable que presenta más retos a la hora de gestionarse. Las materias primas biomásicas deben ser recogidas, tratadas y transportadas a las instalaciones, con la necesaria eficiencia logística. Este es el hecho que la convierte en la energía renovable que más beneficios socioeconómicos presenta para el medio rural. Se estima la creación de 9 puestos de trabajo entre directos e indirectos por MW de biomasa instalado. Además, es una energía que inyecta flujos de inversión en el medio rural a través de las maquinarias, transportistas y otros agentes del mismo implicados en el proceso.

La biomasa resulta una energía muy rentable, se trata de una gran inversión renovable, puesto que cada € que se invierte implica grandes beneficios económicos en términos medioambientales y socioeconómicos. Por todo ello es una alternativa clara a la crisis por la que está atravesando el campo español.

La Planificación Energética Nacional adjudica en 2020 un objetivo de potencia para la biomasa de 1.133 MW, objetivo a compartir entre residuos y otras energías renovables consideradas noveles, que equivale al 2’95% sobre el total de las tecnologías renovables. Mientras que en Plan de Energías Renovables 2005-2010 aún vigente la biomasa tenía una importancia equivalente al 47’78% sobre el total de renovables. Esta planificación presentada el 29 de abril en el Congreso relega a la biomasa al cajón de sastre de las energías renovables.

España es el tercer país europeo en potencial de recursos biomásicos, y el sector agrario español no puede permitirse prescindir de ella, siguiendo una senda opuesta al del resto de los países de nuestro entorno, que apuestan por el aprovechamiento de la biomasa para una parte relevante de su mix de renovables.

Este nuevo desprecio al papel que puede tener el medio rural en el desarrollo de las energías renovables en nuestro país, se suma a otros anteriores. El sector en su conjunto ha solicitado en numerosas ocasiones un plan específico para el desarrollo en explotaciones y cooperativas de las energías renovables, y más insistentemente en las últimas negociaciones tras la movilización conjunta. La definición de una figura prioritaria de Explotación agraria productora de energías renovables, el desarrollo de la biomasa, biogás y de los cultivos energéticos, un plan de financiación para inversiones en renovables en generación distribuida que proporcione a los agricultores y ganaderos la energía que consumen en sus explotaciones, etc, son algunas de las propuestas.

Nuestras demandas se apoyan en el articulado de la Ley 45/2007 para el desarrollo sostenible del medio rural que insta a las Administraciones a promover programas de extensión de una red de energías renovables en el medio rural. La respuesta de la Administración a este reto ha sido dispersa e incoherente.

En este momento, de dudas y debate sobre el papel que las energías renovables pueden jugar respecto al suministro energético nacional, ASAJA, COAG, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias quieren reiterar el apoyo que siempre prestaron a las mismas y resaltar su gran potencial como generador de empleo en el medio rural, su carácter estratégico al reducir la dependencia energética, sus beneficios medioambientales por acercar la producción al consumo y reducir la huella de carbono de nuestras actividades.